Datos y cifras

 

  • ●  El cambio climático influye en los determinantes sociales y ambientales de la salud, a saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura.

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  • ●  Se prevé que, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará unas 250 000 muertes adicionales cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.

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  • ●  Se estima que el costo de los daños directos para la salud (es decir, excluyendo los costos en los sectores determinantes para la salud, como la agricultura y el agua y el saneamiento) será de entre US$ 2000 y US$ 4000 millones al año de aquí a 2030.

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  • ●  Las zonas con malas infraestructuras sanitarias —en su mayoría en países en desarrollo— serán las menos capacitadas para prepararse y responder frente a esos cambios si no reciben ayuda.

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  • ●  La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante mejores elecciones en materia de transporte, alimentos y uso de la energía pueden traducirse en mejoras de la salud, en particular a través de la reducción de la contaminación del aire.

 

El cambio climático: la mayor amenaza para la salud de la humanidad

 

El cambio climático es la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad, y los profesionales sanitarios de todo el mundo ya están respondiendo a los daños para la salud causados por esta crisis en curso.

 

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha llegado a la conclusión de que, para evitar impactos sanitarios catastróficos y prevenir millones de muertes relacionadas con el cambio climático, el mundo debe

 

limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C. Las emisiones del pasado ya han hecho inevitables un cierto nivel de aumento de la temperatura mundial y otros cambios en el clima. Sin embargo, un calentamiento mundial de incluso 1,5°C no se considera seguro; cada décima de grado de calentamiento adicional tendrá un grave impacto en la vida y la salud de las personas.

 

Aunque nadie está a salvo de estos riesgos, las personas cuya salud se está viendo perjudicada en primer lugar y de forma más grave por la crisis climática son las que menos contribuyen a sus causas y las que menos pueden protegerse a sí mismas y a sus familias: las personas de países y comunidades de bajos ingresos y desfavorecidos.

 

La crisis climática amenaza con deshacer los últimos cincuenta años de progreso en materia de desarrollo, salud mundial y reducción de la pobreza, y con ampliar aún más las desigualdades sanitarias existentes entre las poblaciones y dentro de ellas. Pone en grave peligro la realización de la cobertura sanitaria universal (CSU) de diversas maneras, entre ellas agravando la carga de enfermedad existente y exacerbando los obstáculos existentes para acceder a los servicios de salud, a menudo en los momentos en que más se necesitan. Más de 930 millones de personas —alrededor del 12% de la población mundial— dedican al menos el 10% de su presupuesto familiar a pagar la atención de salud. Dado que los más pobres carecen en gran medida de seguro, las crisis y tensiones relacionadas con la salud ya empujan a unos 100 millones de personas a la pobreza cada año, y los efectos del cambio climático empeoran esta tendencia.

 

Riesgos para la salud sensibles clima

 

El cambio climático ya está afectando a la salud de muchas maneras, por ejemplo, provocando muertes y enfermedades por fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, como olas de calor, tormentas e inundaciones, la alteración de los sistemas alimentarios, el aumento de las zoonosis y las enfermedades transmitidas por los alimentos, el agua y los vectores, y los problemas de salud mental. Además, el cambio climático está socavando muchos de los determinantes sociales de la buena salud, como los medios de subsistencia, la igualdad y el acceso a la atención de salud y las estructuras de apoyo social. Estos riesgos para la salud sensibles al clima afectan de forma desproporcionada a las personas más vulnerables y desfavorecidas, como las mujeres, los niños, las minorías étnicas, las comunidades pobres, los migrantes o desplazados, las poblaciones de edad avanzada y las personas con problemas de salud subyacentes.

 

Aunque es inequívoco que el cambio climático afecta a la salud humana, sigue siendo difícil estimar con precisión la magnitud y el impacto de muchos riesgos para la salud sensibles al clima. Sin embargo, los avances científicos nos permiten atribuir progresivamente un aumento de la morbilidad y la mortalidad al calentamiento inducido por el hombre, y determinar con mayor precisión los riesgos y la magnitud de estas amenazas para la salud.

 

A corto y medio plazo, los efectos del cambio climático sobre la salud vendrán determinados principalmente por la vulnerabilidad de las poblaciones, su resiliencia al ritmo actual del cambio climático y el alcance y ritmo de la adaptación. A más largo plazo, los efectos dependerán cada vez más de la medida en que se tomen ahora medidas transformadoras para reducir las emisiones y evitar que se alcancen umbrales de temperatura peligrosos y posibles puntos de inflexión irreversibles.

 

Acciones

 

Todos podemos contribuir a limitar el cambio climático. Desde el modo en que nos desplazamos, hasta la electricidad que utilizamos y los alimentos que comemos, podemos marcar la diferencia. Comienza con estas diez acciones para ayudar a afrontar la crisis climática.

 

Ahorre energía en casa

 

Gran parte de nuestra electricidad y calefacción funciona con carbón, petróleo y gas. Utiliza menos energía reduciendo la calefacción y el aire acondicionado, cambiando a bombillas LED y electrodomésticos de bajo consumo, lavando la ropa con agua fría o tendiendo la ropa mojada en lugar de utilizar la secadora.

 

Desplácese caminando, en bicicleta o en transporte público

 

Las carreteras del mundo están saturadas de vehículos, la mayoría de los cuales usan diésel o gasolina. Caminar o ir en bicicleta en lugar de conducir reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, y supone un beneficio para la salud y la forma física. Para distancias más largas, considera viajar en tren o autobús. Y comparte el coche siempre que sea posible.

 

Coma más verduras

 

Comer más verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y menos carne y productos lácteos, puede reducir considerablemente tu impacto medioambiental. La producción de alimentos de origen vegetal suele generar menos emisiones de gases de efecto invernadero y requiere menos energía, tierra y agua.

 

Considere sus desplazamientos

 

Los aviones usan grandes cantidades de combustibles fósiles, produciendo importantes emisiones de gases de efecto invernadero. Esto hace que tomar menos vuelos sea una de las formas más rápidas de reducir tu impacto medioambiental. Cuando puedas, reúnete virtualmente, toma un tren o o evita un viaje de larga distancia.

 

 

Tire menos comida

 

Cuando tiras comida, también desperdicias los recursos y la energía que se utilizaron para cultivarla, producirla, envasarla y transportarla. Y cuando los alimentos se pudren en un vertedero, producen metano, un potente gas de efecto invernadero. Así pues, utiliza lo que compres y convierte en abono los restos.

 

Reduzca, reutilice, repare y recicle

 

Los aparatos electrónicos, la ropa y otros artículos que compramos generan emisiones de carbono en cada eslabón de la cadena de producción, desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación y el transporte de los productos al mercado. Para proteger nuestro clima, compra menos cosas, compra de segunda mano, repara lo que puedas y recicla.

 

Cambie el tipo de energía de su casa

 

Pregunta a tu compañía eléctrica si la energía de tu hogar procede del petróleo, carbón o gas. Si es posible, comprueba si puedes cambiar a fuentes renovables, como la eólica o la solar. O bien instala paneles solares en tu tejado para generar la energía de tu vivienda.

 

 

Cambie a un vehículo eléctrico

 

Si piensas comprar un coche, considera la posibilidad de adquirir un modelo eléctrico, ya que cada vez se comercializan más modelos a menor precio. Aunque funcionen con electricidad producida a partir de combustibles fósiles, los coches eléctricos contribuyen a reducir la contaminación atmosférica y causan menos emisiones de gases de efecto invernadero que los vehículos de gas o diésel.